Sin darme cuenta y por extraño que parezca, el tiempo (si es que
existe) pasa tan fugaz como el sentido que le damos a las cosas que realmente
valen. Este viaje que hicimos algunos alumnos de la licenciatura en ciencias de
la comunicación a Creel, Chihuahua, tomó tintes y formas que fueron más allá
del objetivo trazado en un inicio, no sólo aquella experiencia se remitió a una
práctica fotográfica y de apreciación a la naturaleza y al natural, sino que fue
éste, un pasaje profundamente reflexivo para muchos de nosotros.
Particularmente, al tomar los caminos observaba y observaba por todos
los ángulos posibles, paisajes y pinturas que parecían irreales, lo que veía
era un hermoso y tormentoso horizonte natural y cultural rodeado de vegetación
y personas que en sus rostros reflejaban el distanciamiento con occidente,
aquello era un inmenso valle de vida y muerte decorado por lagos, montañas,
barrancos y miseria que flotaba como si fuese un pesticida vaciado en los
campos; se podía oler, palpar, sentir e inclusive inferir aquella jungla de
ilusiones que probablemente nunca se realizarán.
Pasaron los días y en el transitar de éstos empecé a descubrir un
mundo tridimensional, lleno de aristas, caras y formas en las que vas
descubriendo locura y elocuencia, exploras y te interiorizas en un mar de
corrientes bravas, contradictorias, empiezas a prestar atención en detalles muy
internos que tocan fibras muy profundas y que te hacen pensar en replantear que
si aquello que aprendiste en el trayecto de tu vida tiene razón de ser, por eso
es imposible que en este proceso no te humedezcas de aguas compuestas por
ajenas complicaciones, es incoherente no saber de qué carece, qué le es grato,
qué le viene bien, con qué baluartes cuenta y por supuesto qué perspectivas y
horizontes tiene en su reducida o amplia obra de matices coloridos, la sierra
Tarahumara y los Rarámuris son materia indisoluble, pero no puedo dejar de
maravillarme e impresionarme con el modus vivendi en el que viven o desviven
-según sea la perspectiva del que mira-.
¿Qué
hemos hecho acaso para contribuir a tener un estado de relación homogénea entre
nosotros y lo que está alrededor?
Por último quiero agradecer profundamente a las personas y personajes
que hicieron de esta experiencia algo único e inigualable: los maestros y su
aceptación incondicional hacia nosotros, los compañeros que hicieron que este
viaje fuera solidario y divertido, además de Don Sergio y su inseparable mujer,
que fueron piedra angular en todo momento.
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